domingo, 14 de agosto de 2011

Un domíngo cualquiera

Las ordenes eran claras: al llegar el Jaguar verde hacer volar el plomo sin vacilar.
Ibamos escasos de armas y peor de munición y a Paco le había tocado el palito corto -  armado con solo los puños y mala hostia iba ser el primero en caer. El sol de mediodía limaba la piel pero en la mano tenía el Uzi descansando a gusto, como un gatito pequeño listo para rugir.
Por fin se oye el ruido de motor, desgraciadamente desde el ángulo opuesto al mío y he de girar violentamente 180º para poder encañonar al objetivo a tiempo. Mi brazo gira solo, llevándose al resto del cuerpo en la dirección de las agujas de reloj, permitiéndome trazar con éxito la trayectoria del Jaguar con una linea de fuego mortal…
 ¡TACATACATACATAC!
¡Corten!¡Toma buena, vamos al plano medio!



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