domingo, 9 de agosto de 2009

¡La revolución en 3D ha llegado (de nuevo)!

¿pero, es D de D-inero, D de D-esperado o D D-emarketing?

Ha habido otros intentos, siempre coincidiendo con la supuesta muerte inminente de la industria cinematográfica causado por un movimiento en masa del consumo de entretenimiento hacia los hogares, primero la llegada de la televisión (entonces fue 3D con gafas en rojo y verde) y luego por la amenaza del VHS (3D con gafas polarizadores, ¡prácticamente las mismas que las que hoy "revolucionan” los cines!) y ahora las bajadas ilegales de películas a través de Internet. Las anteriores dos expediciones costosas y fracasadas demostraron que a: los mega-ejecutivos nunca han sido capaces de predecir el futuro ni mucho menos de ser un factor de innovación significativa, b: para ocultar ese mismo hecho y así poder justificar movimientos de cantidades perversas de dinero, la amenaza del Apocalipsis siempre es lo que mejor les ha funcionado aunque solo dure lo justo para engordar sus cuentas bancarias. Después de haber visto de crío a las dos sistemas anteriores de 3D fui algo escéptico a ver “Alienígenas y Monstruos” para averiguar si algo había cambiado desde entonces y a pesar de que el doblaje de la protagonista pareció haber sido hecha por una azafata de productos de limpieza pude observar que la efecto 3D ha mejorado consideradamente. Pero... A mí gusto seguía faltando lo de siempre para que esta vez de verdad estaríamos ante una nueva revolución cinematográfica. Ni a mí ni a los que me acompañaban u a otros a quienes consultábamos en la salida del cine nos pareció que el efecto 3D añadía valor a la narrativa, a la evocación o a la sugestión emocional. ¿y en que se queda la experiencia cinematográfica si ignoramos a esos tres ingredientes? Lo que sí experimenté fue una mayor sensación de presencia, de “estar dentro de la acción”. Sospecho que tal vez eso hasta ahora no ha sido algo que realmente se ha hecho en falta en la narrativa del cine (al menos no están incluidos en los tres ingredientes anteriormente mencionados), ni en cualquier cuenta cuentos de la historia de la humanidad por lo que yo sepa, y que posiblemente por ello la tecnología 3D no tiene el mismo hueco en el cine de ficción como lo podría tener en documentales visuales tipo I-Max3D o en eventos musicales ¿y porque no, en el fútbol?


Siendo el punto de vista de uno que se ha basado su carrera profesional a la atención a los píxeles y que además los manosea con la misma obsesión como un motero a su Harley Davidson o un japonés a su jardín Bonzai, estas reflexiones podrían parecer una “traición” pero creo que la historia ha demostrado que las verdaderas revoluciones artísticas siempre han sido, y siempre serán, originados en la marmota creativa del Arte. Y eso, afortunadamente, sigue estando fuera del control de mega-ejecutivos.


Sin embargo me encantaría descubrir que estoy equivocado. A ver si algún día alguien es capaz de convencerme para ir a ver “UP” en 3D y para que yo pueda confirmar mi creencia algo ingenua de que al menos Pixar están por el labor de incluir en su cocina de alta tecnología a la Narrativa, la Evocación y la Sugestión Emocional.


Aún así tengo dudas. Las otras intentonas de hacer del cine en 3D un nuevo producto de consumo en masas fueron abandonadas, con carencias incluidas, en cuanto ejecutivos de Hollywood algo mas visionarios fueron capaces de ver una oportunidad en lo que supuestamente iba a ser su Némesis. Si tuviera que apostar me arriesgaría a que antes veremos como se mercantilizará la distribución de películas por Internet (igual como se ha visto ocurrir lo mismo con la televisión y los soportes como VHS y DVD) que veremos triunfar el cine de tres dimensiones.


Y es que aunque ya no puedo presumir de pertenecer a la generación del futuro hay algo que no me cuadra: ¿como esperen que triunfe algo que este diseñado para que NO se pueda ver en YouTube, en tu ordenador ni en ningún cachivache móvil/portátil?


sábado, 8 de agosto de 2009

Sinopsis cortometraje

(Foto fija: Tania Espinoza)

“...situación insostenible, recortes presupuestarios, ajustes de plantilla...” Las palabras del jefe no cesa de dar vueltas en la cabeza mientras maniobra agresivamente su coche de lujo.

Daniel Santomás un ejecutivo querido por pocos y temidos por muchos acaba de vivir el momento mas amargo de su vida, hasta ahora...
Poco se imagina que en el bar donde se va a parar “solo un momento para aclarar las ideas” es donde las cosas se van a poner realmente feas y donde enigmas de vida y muerte se amontonan:

¿Como es que un camarero tan elegante regenta un antro que se asemeja mas a una mezcla de club de carretera y santuario de misas negras que un hotel de lujo?

¿Quien es el misterioso borracho con aspecto de andrajoso pero de palabra nítida que envuelve a su compañía con historias que hacen olvidarse del tiempo y del espacio?

Y sobre todo: ¿Que pasa con ese whiskey que el camarero malhumorado tan generosamente despacha, con sabor extraño y cuya efectos secundarios incluye visiones y experiencias tan raras que simplemente tiene que ser alucinaciones.... o no?

(de un guión de Carlos del Moral)

jueves, 6 de agosto de 2009

¡Un Oriental en la brigada!

(Foto fija: Roberto C.G.)

¡¡¡¡¡Fiiiiiiiirmes!!!!!!!!!!!!! La orden rebota como una bala perdida entre el triste hormigón y acto seguido las nuevas reclutas intentan despistados ejecutar una postura corporal tensa y erguida mientras el sargento al mando oculta una sonrisa de empatía tras una mueca de alambre-espina. Menos mal que este sólo es el cine. ¡Pero espera un momento! ¿Donde esta el equipo de rodaje? ¿la cámara y las luces? Y sobre todo ¿donde cojoxxxs esta mi capuchino que pedí hace mas que quince minutos?

Las apariencias engañan pero tampoco tanto. Resulta que los pobres reclutas son participantes del cortometraje "Campo de Batalla" de la productora Carisma Films y dirigido por Fran Casanova donde yo colaboré como “Making Of” (o como se llame) . El argumento del corto se transcurre durante una batalla en la guerra civil española y para entrar en materia tanto el equipo técnico y como el artístico pasó un fin de semana recibiendo instrucción militar de la época: orden cerrado, orden abierto, manejo de armas, etc.

Todo fue organizado con gran atención a los detalles. La ropa era de época, las armas eran auténticos fusiles usados en la guerra civil y hasta el lugar de entrenamiento (y el consecutivo rodaje) había sido testigo de sangrientas y trágicas batallas. Prueba de ello fueron las numerosos trozos de metralla fácilmente encontrados al bajar vista al suelo hasta que fuimos testigos del hallazgo de una bomba alemana de uno cincuenta kilos que apareció al excavar las trincheras que iban a ser usados para el rodaje.
Tanto el entrenamiento como todo el material corrió a cargo del “Frente de Madrid” una gente que a pesar de su nombre no tiene nada que ver con el fútbol sino es una “asociación de recreación histórica”.


Curiosamente todo el mundo se lo tomó muy en serio a pesar de tener que correr repetidamente colinas arriba bajo un sol despiadado. No había ni uno que chillaba los versos de marcha de “La naranja mecánica” ni que silbaba el himno de “El Puente sobre el Río Kwai” ¡Unos auténticos profesionales!

Documentar aquello me recordó de mi año de servicio militar que mi patria sueca me impuso, pero con la gran diferencia que lo mío jamás iba a servir para nada (al no ser que la intención siempre fue hacer regresar nuestra edad mental unos cinco años, algo que consiguieron a perfección) y que en Suecia entonces ni de lejos pasamos tantísimo calorrrrrrrrrr.